Más allá de una visita
El Balconcito de Ambato y la Cabaña del Cacao
ENSUSITIO: Cynthia Ayarza, Lorena Rodríguez y Enrique Villacís - Ecuador
Dos procesos, donde ni turismo ni arquitectura son vistos como un fin, sino como medios para el bienestar de sus comunidades. La Cabaña del Cacao, dentro de la comunidad amazónica Kichwa de Santa Rita, muestra a los entusiastas del chocolate el origen de uno de los mejores chocolates del mundo; y el Balconcito de Ambato, que es un mirador alejado de la ciudad en la comunidad andina de Ambatillo. Ensusitio y el taller académico Con Lo Que Hay (CLQH) concebimos a la arquitectura como un proceso orgánico que se construye paso a paso y junto a todos los actores, desde el diagnostico, hasta la utilización y mantenimiento, pasando por la minga y la construcción en conjunto. Todo es construido bajo los principios de «lo que hay», materiales, sabiduría local y nuestros aportes que valoran lo ancestral en un contexto contemporáneo. Ambos casos están regentados por sus propias comunidades y son de carácter público, evitando privatizarlas para no crear dependencias. Ambas intervenciones son exitosas con respecto a su necesidad, generando un mantenimiento adecuado y procesos de guía o mediación que van más allá del agroturismo y del turismo local, llegando incluso al turismo de visita a las propias infraestructuras.
Dos muestras en donde ni turismo ni arquitectura son vistos como el único fin, sino, por el contrario, como procesos y medios para el bienestar de las comunidades. Nos referimos, por un lado, a La Cabaña del Cacao, dentro la comunidad amazónica Kichwa de Santa Rita, está diseñada para compartir los procesos del cacao; y, por otro lado, El Balconcito de Ambato, en la comunidad andina de Ambatillo.
Estos proyectos muestran la visión que tenemos ENSUSITIO y el taller Con Lo Que Hay sobre la arquitectura, la cual no es solo un producto o un objeto inanimado, sino un proceso orgánico que se construye día a día, desde el diagnostico, análisis, conceptualización, diseño y construcción participativa, hasta la utilización y mantenimiento de la infraestructura, en muchos casos incluyendo la concepción y publicación de manuales para uso comunitario. Todo ello es construido bajo los principios de «lo que hay»: materiales, sabiduría local y nuestros aportes que valoran lo ancestral en un contexto contemporáneo.
El taller Con lo que hay se dicta dentro de la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (FADA-PUCE-Quito) y de la Universidad Tecnológica Indoamérica (UTI Ambato-Quito). Este es un taller académico de diseño arquitectónico en donde el acercamiento al mundo laboral desde una óptica integral, comunitaria, práctica y responsable es básica para formar profesionales que ejerzan como es necesario y no solo de la forma en que el sistema manda y cuando los recursos abundan. Latinoamérica está construida en un 70 % de manera informal y apenas un 20 % de profesionales trabajan en este medio
El objetivo es lograr situaciones en las que todos ganemos y, para que esto sea posible, es necesario que todas las partes contribuyamos. Para conseguirlo, el taller aporta la dirección técnica; la comunidad, sus conocimientos y materiales; la empresa privada, recursos; y todos juntos compartimos la responsabilidad del diseño y de la construcción. Estos procesos son imposibles de realizarlos en solitario y nosotros como arquitectos somos cómplices de las comunidades con las que colaboramos y de los estudiantes con los que compartimos.
Cada proceso, cada comunidad y cada taller son diferentes; y los socios estratégicos con los que se comparte en cada caso son vitales para el éxito del proyecto, puesto que junto a las comunidades serán responsables del seguimiento y activación de sus infraestructuras.
En el caso de La Cabaña del Cacao, nuestro socio estratégico fue Pacari, empresa familiar creada en 2002 dedicada a producir chocolate orgánico en base a principios sociales y ambientales de sostenibilidad, asegurando, además, bienestar para el territorio y para las comunidades productoras, junto al compromiso de conservar el cacao nativo ecuatoriano conocido como “Arriba Nacional”. Pacari siente la necesidad de acercar el consumidor final de chocolate con su origen mismo, no como un acto de mercadeo, sino para evidenciar los procesos comunitarios y artesanales que implican su cultivo y manufactura.
Dentro del proceso para el adecuado desarrollo de la infraestructura, cada uno de los actores toma su rol especifico; así, la comunidad de Santa Rita provee los materiales locales de construcción como son la caña guadua para la estructura, la madera de chonta y colorado para los pisos, la paja toquilla, el bejuco para los amarres estructurales, y cade y paja toquilla para las cubiertas. Por su parte, los estudiantes del taller Con Lo Que Hay (PUCE IV), junto con los guías de ENSUSITIO, nos comprometemos a desarrollar el diseño a base de la participación y la construcción comunitaria. Finalmente, Pacari se compromete a desarrollar el guion de agroturismo para, incluso ya durante la construcción de la infraestructura, asegurar su activación económica, además de aportar económicamente a los procesos de construcción.
El diseño y construcción se desarrolló en conjunto, llegando a un complejo arquitectónico compuesto de tres plataformas: la culinaria; la de bienvenida y exposición; y la del cacao, que contiene un modelo de su secado, fermentación y tostado, en donde finalmente se tendrá la posibilidad de hacer chocolate artesanal.
Estos tres espacios son albergados por una gran cubierta que deja un espacio amplio, libre, tipo ágora y adecuado para que la comunidad y sus niños puedan mostrar sus actos tradicionales. Más importante aún es que es un espacio para que se pueda juntar la comunidad a compartir, estar y jugar, pues de manera inesperada y por arte de magia la infraestructura se convirtió, por su forma particular, en un gran juguete.
Como un servicio adicional a la comunidad, y para brindar confort al turista, se construyó un puente de acceso, que conecta caseríos aledaños con Santa Rita, y se edificó un inodoro compostero, con deshidratación por energía solar, siendo la mejor opción para el sector dado su clima altamente húmedo. Todos estos requerimientos espaciales fueron descubiertos en los procesos de participación con los pobladores y Pacari, sumando nuevos socios estratégicos como EcoSur, aportando en la donación del inodoro seco, además de la asesoría y construcción.
En el caso de Balconcito de Ambato, el socio estratégico fue el Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD). Este tipo de gobierno local tiene la responsabilidad de desarrollar un plan estratégico basado en sus propias necesidades y oportunidades. El Balconcito de Ambato, dentro de este plan, se constituye en una “semilla” para posicionar turísticamente a la población de Ambatillo. En este caso, la colaboración fue cimentada con el apoyo de los pobladores de Ambatillo, que aportaron con la provisión de los materiales locales como fue la cosecha de la madera de eucalipto para la estructura y la paja de paramo para la cubierta. Por su parte, el GAD colaboró con el apoyo económico para la procura de los materiales restantes, el piso de madera adecuada para la intemperie, el tratamiento de la madera y el compromiso del mantenimiento compartido con la comunidad, así como una pequeña pero efectiva campaña mediática para dar a conocer su iniciativa, generando expectativa incluso sobre el proceso de diseño y construcción. De nuestra parte, el taller Con Lo Que Hay (UTI I) y ENSUSITIO aportamos con el diseño basado en la participación y la construcción comunitaria.
En este caso, la manera de aproximarse a El Balconcito de Ambato es tan importante como el mismo mirador, desarrollando un sistema de rutas y senderos que desembocan en el balconcito.
Así mismo, en conjunto se desarrolló el diseño arquitectónico de este pequeño mirador, partiendo de la pertinencia y el entendimiento del territorio, con una estructura triangular como una pirámide invertida que se abre hacia una espectacular vista hacia la ciudad de Ambato, ubicada a quince minutos de Ambatillo. Dentro de este pequeño complejo se proyecta, además, un espacio para fogatas, pues este lugar es también visitado al caer la noche.
Es importante mencionar que ambas comunidades tenían claras sus necesidades espaciales; es decir, su entorno pedía una infraestructura, y la arquitectura entró allí para dinamizar sus procesos. En el caso de la Cabaña, para mostrar los procesos del cacao; y, en el caso de Ambatillo, para poner en el mapa del turismo local al pequeño pueblo desde El Balcón de Ambato.
En cada uno de los procesos la arquitectura se concibe como una necesidad, entendida y desarrollada mucho antes que la infraestructura en sí misma. En los dos casos existen procesos de más de un año para lograr el entendimiento previo y verificar la necesidad real de una infraestructura. Así se logró entender qué tipo de edificación era necesaria para el lugar y sus pobladores.
El diseño como construcción de reafirmación del tejido social
Los procesos para lograr posicionar un lugar como referente turístico empiezan mucho antes que el objeto arquitectónico. El lugar o la actividad que se llevará a cabo son mucho más importantes que la infraestructura. El objeto arquitectónico tiene la característica de ser recipiente o marco en estos casos y para ello debe de ser concebida con humildad. Así, todos los procesos de diseño y acercamiento a las comunidades son parte de un proceso mayor para consolidar sus identidades y parten de la búsqueda para encontrar maneras de consolidar el atractivo turístico apoyándose en la infraestructura.
En el caso de la Cabaña del Cacao, no solamente fue entender los procesos del cacao, sino además entender las necesidades de los turistas y sus características específicas, pues los visitantes serían personas, en su mayoría sobre los 60 años de edad, razón por la cual la llegada a la infraestructura debía asegurar una “aventura segura”, sin dejar de ser un lugar de encuentro adecuado para las comunidades y los productores de cacao. En un principio se pensó que el espacio idóneo para mostrar estos procesos sería casi al coronar un pequeño cerro, incluso este lugar era atractivo debido a su espectacular vista de la selva ecuatoriana; sin embargo, el entendimiento del usuario y especialmente la lejanía de las fincas en donde se cultiva el cacao nos dio a entender que era más adecuado ubicarse en una locación más accesible. Una locación en donde lo primordial sean los procesos del cacao y no la vista solamente.
Para llegar a este entendimiento fueron necesarias varias reuniones y de todas estas conversaciones emergió también la noción de “bien común” de los pobladores de Santa Rita, en donde el espacio abierto es vital para que todos se sientan parte de él. Los materiales locales fueron determinantes, todo está asentado sobre enormes piedras que se encontraban en el sitio, utilizando a la caña guadua local para la construcción de la estructura. La importancia del proyecto fue expresada por el presidente de Santa Rita, Bolívar Alvarado Andy: «Agradezco al taller Con Lo Que Hay y a la empresa Pacari que hayan traído este proyecto, en el cual hemos trabajado juntos la comunidad y los estudiantes, compartiendo y haciendo un gran apoyo para el bien de Santa Rita y sus familias. Nunca en mi vida he visto una construcción así de grande que se hace realidad, lo cual ha sido muy bueno para el crecimiento de nuestra comunidad. Gracias a esta construcción la comunidad ha cambiado. Por primera vez tenemos gente que viene y pone empeño en trabajar con la comunidad y hacer un aporte para todos».
En el caso de El Balconcito de Ambato, con una comunidad segura de la valía de su entorno natural como valor visitable, admirable tanto por locales como por extranjeros, el ubicar el lugar también fue estratégico, pues nuevamente se plantea a partir del entendimiento del usuario, que en este caso viene distanciándose de la ciudad para verla desde lejos. Entonces este espacio debía estar alejado del pueblo para que el recorrido de aproximación también sea parte de la experiencia. De las conversaciones que se mantuvo con la comunidad, fue relevante entender que muchos de los sistemas constructivos locales se estaban perdiendo; algo sorprendente, siendo una comunidad de artesanos.
Por esta razón, el proceso de diseño, además del factor mirador, se enfoca en recuperar y dignificar esos procesos; ya no para el visitante, sino especialmente para los miembros de la comunidad. Luis Moreta, presidente del GAD-Ambatillo, nos comentó el día de la entrega del proyecto: «yo nunca he visto como se hacen estos techos de paja, como hacían mis ancestros».
Así, no solo se planificó el mirador, sino la manera de aproximarse, el recorrido, el proceso de aproximación y el proceso de partida; esa es la experiencia que busca el visitante. Todo este diseño fue compartido de manera muy cercana con los habitantes del lugar y especialmente con los responsables del mantenimiento y cuidado del complejo.
Para nuestros ancestros, la minga era la única manera de construir, de esta manera construían sus viviendas, templos, infraestructura pública, etc. Sin embargo, esa «construcción en conjunto» se ha ido convirtiendo en el negocio de la construcción basado en contratos y una transacción monetaria. En los proyectos que son motivo del presente texto, vemos al proceso de construcción como una oportunidad parar tejer vínculos sociales con la comunidad y para que afloren nuevamente estas prácticas que se empiezan olvidar. Del mismo modo, buscamos que nuestro equipo y los estudiantes tengan la experiencia de compartir, de primera mano, el esfuerzo y la sabiduría que exige un proceso constructivo tradicional.
Cuando trabajamos en La Cabaña del Cacao, nuestra primera aproximación como arquitectos, junto a los estudiantes, fue complicada, pues si bien en el proceso teníamos un año aproximadamente de conversaciones con la comunidad de Santa Rita, la reunión final tenía como objetivo un compromiso mutuo de trabajo. La respuesta de la comunidad fue sorprendente: «acá han venido del gobierno, han venido fundaciones y han ofrecido y nada ha pasado. Si ustedes quieren hacer algo, háganlo, veamos qué pasa» fueron las palabras de Patricio Andi, expresidente de la comunidad. Para nuestro equipo estas palabras fueron un desaire, puesto que esperábamos un apoyo total. Sin embargo, también era muy importante para nosotros comprender que era una comunidad que había sembrado muchas expectativas con proyectos fallidos anteriores y esa era la razón para su incredulidad. Las primeras faenas fueron duras, pues solamente los estudiantes, ENSUSITIO y el presidente de la comunidad, Bolívar Alvarado, participábamos. Con el tiempo, y mostrando que el proyecto era para todos y debía ser construido por todos por un bien común, se fueron juntando los esfuerzos y paso a paso fue tal la participación de los pobladores de Santa Rita que para una de las jornadas finales los estudiantes y nosotros no podíamos ya apoyar mucho puesto que toda la comunidad era parte de la minga.
Hay una anécdota que ilustra bien el trabajo con la comunidad. Habíamos prefabricado la viga principal del puente a unos cien metros de distancia por facilidad y, una vez ensamblada, nos dimos cuenta del gran peso que debíamos cargar. El fin de esa jornada fue agridulce, pues terminamos la viga pero sin saber cómo transportarla y ubicarla en el lugar deseado. Nuestra gran sorpresa se dio al momento que llegamos a la siguiente minga, pues no encontramos la viga en donde la habíamos dejado, más bien escuchábamos gran bullicio en el sector donde iría el puente. Los niños estaban usando ya la viga como plataforma para zambullirse en el rio. La comunidad, aún no sabemos cómo, había colocado en su sitio a la pesada viga. Esta anécdota parecería superflua en un artículo de arquitectura; sin embargo, son las anécdotas que tanto nosotros y, aún más importante, la comunidad cuenta al momento de mostrar el proyecto a sus visitantes.
En Ambatillo, el proceso de construcción estuvo acompañado siempre por la comunidad, pues los constructores tenían la iniciativa de compartir sus conocimientos y también aprender y reaprender los sistemas constructivos tradicionales que se implementarían, especialmente la estructura de madera de eucalipto del lugar y la cubierta con paja cosechada en el páramo comunitario.
En ambos casos, el haber construido en conjunto asegura un mantenimiento adecuado, pues los mismos pobladores se convierten en guías o facilitadores de la experiencia con los visitantes, y al sentir la infraestructura como propia, la muestran también como un atractivo y su proceso de construcción.
La activación, motivando la visita
En el Balconcito de Ambato y en la Cabaña del Cacao la visita es importante, puesto que activa el lugar no solo económicamente, sino que también fortalece los procesos de reafirmación de identidad local.
Ambos casos están regentados por las comunidades en las que están implantados y son de carácter cien por ciento público, es decir que se los puede visitar con o sin “guía”; esta fue una de las condicionantes que pusimos como taller puesto que el momento que una infraestructura de esta naturaleza se privatiza se empieza a crear dependencia.
La Cabaña del Cacao hoy por hoy es totalmente regentada por la comunidad kichwa de Santa Rita, pero para llegar a este punto Pacari sentó unas bases, conocimientos del cultivo de cacao y servicio al cliente. Un proceso de transferencia de conocimientos para que la comunidad se muestre tal cual es y para que los visitantes tengan una experiencia única. Existe el prejuicio que todas la comunidades de la selva tienen sus danzas y trajes “típicos”, pues muchas veces las comunidades se autoexotizan mostrando algo que no son; sin embargo, en Santa Rita nadie camina con “taparrabos” ni danzan con lanzas, su vida rural ya es bella de por sí, su manera de cultivar y vivir no necesita del maquillaje que muchas veces el turismo masivo busca. Este proceso de reafirmación de su propia identidad cultural dio a luz el proceso de la visita a la infraestructura, teniendo una experiencia completa más allá de los procesos del cacao. Desde la bienvenida, todo lo mostrado y producido es local, como la breve excursión a los sembríos de cacao en donde se demuestra la calidad del producto hasta el almuerzo con maito (envuelto de carachama, pez local, cocido a la parrilla en hoja de bijao).
Durante la visita, cada visitante tuesta y muele el cacao cosechado en sitio convirtiéndolo en su propio chocolate artesanal. El último año nace una nueva actividad, que se trata de subir a un mirador, diseñado y construido por los habitantes, sostenido por unas enormes piedras, réplica del sistema constructivo utilizado en toda La Cabaña del Cacao con una estructura de madera, cubierta de paja toquilla. Lo especial no es en realidad la vista, sino la iniciativa e implementación de lo aprendido por la comunidad.
La Cabaña vive sola, la comunidad la regenta al cien por ciento y ha crecido su oferta también al visitante local, mismo guion turístico para todos, el que los diferencia de sus símiles que tienden a exotizar la vida en la selva.
En el caso de El Balconcito de Ambato, el guion de visita es libre pues es parte de un recorrido desde el pueblito de Ambatillo al Balconcito, siguiendo el camino viejo, unos diez minutos de caminata en páramo. Además, este lugar se ha convertido en lugar atractivo para pedidos de mano. La voz se ha ido pasando, haciendo que los dirigentes del GAD ya piensen y planifiquen mejoras al lugar, incorporando pasamanos siguiendo el mismo lenguaje arquitectónico, más senderos de aproximación están siendo implementados y se están planificando ampliaciones para tener una experiencia más intensa desde las alturas.
El agroturismo, el turismo rural, especialmente el que incluye actividades agrícolas y ganaderas son importantes en la comunidad de Santa Rita y funcionaron como un punto de partida para los procesos del cacao, lo cual los convierte en lo medular; finalmente es el mismo lugar, la selva ecuatoriana, la gente, sus costumbres y el objeto arquitectónico el destino principal.
Tanto la Cabaña del Cacao como El Balconcito de Ambato, con sus respectivas escalas y particularidades, son intervenciones exitosas con respecto a su necesidad. En el primer caso, en relación al objetivo internacional de hacer conocer el mejor chocolate del mundo y su origen; y, en el caso de Ambatillo, en relación a los visitantes locales. En los dos casos se produce una apropiación de la infraestructura por parte de las comunidades, generando así un mantenimiento adecuado y también unos procesos de guía o mediación que van más allá del agroturismo y el turismo local, llegando incluso al turismo arquitectónico o apreciaciones de las infraestructuras por sí mismas.
Referencias
- ANDES, 2016 http://www.andes.info.ec/es/noticias/ruta-amazonica-cacao-ecuador-paraiso-sabores-nacido-emprendimientos-comunitarios.html
- Con lo que hay IV-CLQH IV, Con lo que hay IV, Cabaña del Cacao, Quito 2014, pg. 11
- Diccionario de lengua española, 2017 http://dle.rae.es/?id=1B66Xid
- Ecuador Estratégico 2017(EcEs), 2017 http://www.ecuadorestrategicoep.gob.ec/promotores-voluntarios-representaron-al-pueblo-del-cacao-y-chocolate-por-las-festividades-de-napo/
- Ministerio de Turismo Ecuador (MTE), 2017 http://www.turismo.gob.ec/valores-mision-vision/
- Ministerio de Turismo Ecuador (MTE), 2017 http://www.turismo.gob.ec/all-you-need-is-ecuador-es-la-campana-que-estara-en-el-mundo/
ENSUSITIO
Cynthia Ayarza, Lorena Rodríguez y Enrique Villacís
www.ensusitioarq.com| contact@ensusitioarq.com / ENSUSITIO trabaja a la deriva de la sociedad con una reflexión profunda sobre su entorno, incorporando en obra y escuela junto al taller académico Con Lo Que Hay, un pensamiento de coherencia y conciencia social. Vemos a la arquitectura como una profesión de servicio, trabajamos de la misma manera en procesos comunitarios, gubernamentales, unipersonales, musicales, fotográficos, etc. Todo proyecto nace del consenso y colaboración entre quienes lo habitarán y la opinión técnica. Cynthia, Lorena y Kik viviendo, ejerciendo, celebrando con lo que hay en su sitio.