Convergencias de luz y emoción
Transitando los Filtros
Miguel Guitart - España
«El pensamiento da comienzo a la mitad, en la intersección de dos series, hechos o procesos que, aunque temporalmente, comparten un objetivo común» .
La construcción de filtros arquitectónicos es un recurso que nos pone en contacto con técnicas tradicionales cuya vigencia se debe a la inteligencia y atemporalidad de estas soluciones espaciales y constructivas, manifestando siempre una capacidad poética en la que la materia, la luz y la mirada convergen en la estructura definida por los huecos de su geometría. Estas construcciones transforman de manera cualitativa el espacio arquitectónico y llevan a hacerle perder sus referencias inmediatas hasta desmaterializarlo al paso de la luz y de la mirada. De este modo, un filtro genera un espacio de transición entre dos lados separados y enlazados de forma simultánea por una membrana transformadora en la que confluyen distintos agentes. El empleo de filtros nos permite escenificar ese acto simultáneo de ruptura y de encuentro, de separación y de conciliación entre los mundos interior y exterior. Si pensamos en el filtro como una zona de transformación para los sentidos, podremos reflexionar sobre su dimensión transversal, el espesor o la profundidad de este espacio límite que se activa al ser atravesado por la luz y la mirada.
Los filtros actúan como herramientas arquitectónicas que nos proporcionan un descubrimiento velado del mundo que tiene lugar al otro lado. La transformación visual del ámbito interior donde se encuentra el observador hace posible alcanzar una mejor comprensión del espacio construido desde la condición de tránsito generada por el filtro entre el mundo exterior y el mundo interior porque crea unas condiciones para la reflexión y la contemplación que se alejan de lo evidente o inmediato con palabras prestadas de Juhani Pallasmaa . Los filtros nos ayudan a «percibir y entender la dialéctica de la permanencia y el cambio para establecernos en el mundo y para colocarnos en el continuum de la cultura y del tiempo. […] La arquitectura es el arte de la reconciliación entre nosotros y el mundo y esta mediación tiene lugar a través de los sentidos, culminando de forma inevitable en nuestra mente» . Un filtro puede entenderse por tanto como un puente que enlaza un mundo exterior natural, físico y dimensionable con otro interior mental e infinito que conduce a habitar la intimidad profunda de quien percibe el espacio y la expresión misma de sus deseos. La trama del filtro pone en acuerdo estos dos ámbitos por medio de la construcción geométrica que inicialmente las divide del mismo modo que el horizonte natural constituye el límite donde confluyen el cielo y la tierra.
Hassan Fathy. Mercado central. Nueva Gourna, Egipto. 1946-1952. Fotografía de autor desconocido.
La percepción del filtro como un paisaje de transición entre un exterior y un interior comienza con la acción transversal de la mirada para ser posteriormente completada por el resto de los sentidos. Sólo desde la experiencia sensible resulta factible entender el grado de transmisión que un filtro canaliza entre un interior y un exterior. Los dos ámbitos entran en relación mutua y cambiante por medio de un límite con presencia física que juega a ocultar y mostrar ambos lados de forma simultánea. Se da lugar a un rico juego perceptivo en permanente evolución y, en definitiva, a un lugar de conexiones fenomenológicas. Estas conexiones cambiantes favorecen una interacción entre sendos dominios donde ninguno se muestra realmente como es sino que tan sólo se insinúa por medio de un juego de veladuras, idas y venidas visuales, que culmina en lo perceptivo con un acercamiento a lo metafísico.
La mirada y el horizonte a través del filtro
La urdimbre formada por la materia y el aire de un filtro cualifica el espacio por medio de la intervención de la luz. Pero esta luz transformadora no podría comprenderse sin la mirada y, por tanto, sin la participación activa del observador en el proceso. Para que un filtro alcance todo su potencial, es necesario que la luz pase en un sentido y la vista lo haga en el sentido contrario. En consecuencia, la mirada funciona como un dispositivo de transmisión que pone en relación los dos ámbitos mencionados. Es el observador quien culmina un proceso que va de lo físico a lo virtual, enlazando el paisaje físico exterior y el paisaje mental interior. Con el tránsito de la luz y la mirada se relacionan sendos lados del filtro construido, estableciendo una conexión de ida y vuelta como una referencia reflexiva que queda sostenida por el filtro intermediario. En esta mediación la materia se idealiza –se hace idea– y la idea se materializa –se hace materia.
Secadero de tabaco abandonado. Talavera de la Reina, Toledo, España. Mediados siglo XX. Fotografía del autor.
Tras esta barrera permeable se produce un doble juego para la mirada: por un lado, el observador queda inmerso en una arquitectura aparentemente fragmentada entre sombras y en permanente construcción visual; por otro lado, la mirada de este receptor se vincula al exterior físico como un mundo paralelo, incluyéndolo de este modo en la percepción del interior . El exterior actúa como referencia real y juega un importante papel en la construcción del espacio. Tras el filtro, la mirada puede quedar atrapada y no llegar a enlazar con el exterior –generando así una evocación mayor–, o bien pasar a través y conectar con la naturaleza exterior –aliviando el grado de incertidumbre transmitido al observador–. Además la presencia de este horizonte físico es importante en los juegos visuales que establece la estructura interpuesta del filtro porque, al partir de unas imágenes prefiguradas del pensamiento, determina el tipo de percepción que adquiere el observador en el proceso . La mirada es pues la acción fundamental en la relación entre ambos horizontes pues nos permite percibir el espacio exterior como algo indisoluble del interior y viceversa, lo que previene de la pérdida total de orientación y perfila la ilusión generada, facilitando la comprensión del espacio interior como algo física y espacialmente continuo.
José Luis Sert. Taller Sert. Palma de Mallorca, España. 1956. Fotografía del autor.
Paisaje exterior y paisaje interior: mundo y mente
Para entender la participación de la mirada y el horizonte a través del filtro, recurriremos a la visión que el arquitecto Juan Navarro Baldeweg ofrece de un dibujo de Pablo Picasso realizado en 1934 que muestra el momento en que el Minotauro, ciego y desvalido, es conducido por una niña que le toma del brazo. Navarro Baldeweg se refiere a dicho dibujo para escribir sobre dos horizontes: uno exterior, real y físico, definido por la línea del mar, y otro interior, ideal y mental, «suscitado desde los gestos de las manos representadas del Minotauro. […] Su mano extendida hacia la luz es deseo y es la vía de escape de una oscuridad interior. La mano es analogía de una mirada anhelante (que) sustituye el ver. El reino de lo visual es lo evidente, lo que ya existe. Pero esa mano, además, expresa un fondo potencial, se dirige a lo que todavía no está, lo porvenir» . De manera análoga, podríamos asumir que en el filtro intervienen dos horizontes: el que corresponde a lo recibido por la mirada exterior y el que «transporta a lo visible la región invisible de la ansiedad íntima». El primer horizonte es el exterior, el físico, el evidente; el segundo horizonte, «correlativo a esa mano-ojo extendida, da idea de una órbita vital subterránea, psicológica». El horizonte simbolizaría el anhelo de la mirada del hombre por la constante búsqueda del conocimiento y de su verdad propia en el mundo, planteando un discurso íntimamente ligado a la historia del hombre que se teje hábilmente en las relaciones entre un lado y otro de la membrana de luces y sombras.
Pablo Ruiz Picasso. Serie de dibujos preparatorios para Minotauro. 1936.
El paisaje exterior del mundo, considerado físico y real, alberga el foco de emisión de luz que interviene en el filtro construido . Entre los elementos fundamentales de este paisaje encontramos la línea del horizonte, sus cualidades de lejanía, perspectiva y realidad, así como la fuente de luz –habitualmente el sol–. El paisaje exterior se percibe a través del filtro por medio de la mirada que atraviesa los vacíos de la celosía y se incorpora al interior donde se encuentra el observador. A veces el exterior es convocado, atrapado por el interior; otras veces el interior es proyectado buscando el exterior. Existen además situaciones ambiguas o inestables de equilibrio en las que, por añadidura, intervienen otros factores de percepción como el oído o el tacto.
Basílica de San Juan Bautista. Éfeso, Turquía. Siglo VI. Fotografía del autor.
El paisaje interior es el de la experiencia intelectual y es estimulado por las emociones espaciales suscitadas por un filtro, que afecta directamente a la percepción sensorial y a la memoria del observador. Éste se encuentra enfrentado a su propio bagaje mental y a «cuestiones ópticas y a fragmentos no terminados para los cuales sólo puede encontrar respuestas en sus propias fuentes de imaginación en su propio universo subconsciente» . El paisaje subjetivo de lo que se evoca, y es construido a partir del conocimiento y la memoria del hombre, se contrapone y relaciona con el exterior. Siguiendo una concepción aristotélica, el interior no es un lugar independiente del exterior, sino que obtiene una influencia decisiva de él. El espacio interior se transforma por la doble acción de la luz procedente del exterior físico y la mirada desde el interior a su paso por el filtro articulador, el cual estructura la percepción que el observador fabrica. Existe una conexión recíproca establecida entre ambos lados por medio del carácter osmótico de la membrana interpuesta, lo que lleva a pensar en el paisaje flexible y cambiante de relaciones complejas que aparece tras la construcción permeable que nos ocupa; no se trata sólo de las sombras proyectadas en el espacio, sino de las emociones provocadas en el observador.
Sala principal del Hammam. La Alhambra. Granada, España. Siglo XIII. Fotografía de autor desconocido.
En el proceso de interpretación propio, la capacidad de sugestión del paisaje interior es inversamente proporcional a la presencia visual del paisaje exterior en el proceso de percepción. La mayor o menor densidad material del filtro hará que el exterior intervenga en menor o mayor medida en los procesos de percepción desde el interior. Cuando el exterior tiene una mayor presencia visual en el interior debido a la densidad, proporción, tamaño u orientación de los elementos materiales del filtro, el grado de desconexión disminuye y se hacen menos latentes las opciones de introspección. Sin embargo, cuando el paisaje exterior no interviene en la percepción del espacio interior al cerrarse la trama del filtro, el paisaje subconsciente del observador intensifica su actividad y multiplica los grados de evocación emocional más íntimos y una mayor capacidad poética al despojar al observador de las referencias físicas y reales que el exterior proporciona y así producir en la mente del observador relaciones más complejas y subjetivas . Dicho de otro modo, la presencia o ausencia de un exterior físico reconocible en los procesos de percepción visual y lumínica en un espacio construido con filtros determina en gran medida el grado de experiencia sobre dicho espacio. Estas variaciones están directamente relacionadas con el grado de permeabilidad u opacidad del filtro debido a su mayor o menor apertura, condicionando la capacidad de evocación en el espacio interior.
Madrid. 1933. Henri Cartier-Bresson
A una mayor proporción de huecos y aire corresponde un menor grado de opacidad y, en consecuencia, un menor grado de evocación; mientras que a un menor porcentaje de aire en relación con la masa corresponde un mayor grado de sugestión en la experiencia intelectual. Un caso extremo implicaría la eliminación total de la parte material y, como consecuencia, la visión directa entre ambos lados y la consiguiente participación plena del horizonte, implicando así un conocimiento inmediato del exterior: se alcanza la evidencia visual, se pierde la configuración del filtro y desaparecen sus efectos y cualidades. El caso extremo opuesto, aquel en el que sólo hay presencia de masa, obliga a un total aislamiento del horizonte y, por tanto, a una experiencia totalmente desligada del contexto exterior. Si se produce una anulación, un atisbo o una imposición visual de la realidad exterior, tan sólo el grado de permeabilidad u opacidad del filtro podrá determinarlo.
Pierre Jeanneret. Chandigarh India. 1950. Fotografía del autor.
Cabe un paisaje dentro de otro
Podríamos recorrer estos paisajes del mundo y de la mente desde la habitación destinada al ejercicio intelectual del hombre retratada en el cuadro de Antonello da Messina San Jerónimo en su estudio, pintado en 1475, que muestra al santo estudioso en una arquitectura independiente e inscrita en otra mayor que conforma un espacio de características góticas. La primera construcción, más efímera y escueta, parece ajena al entorno arquitectónico que la alberga y da lugar a un segundo interior donde San Jerónimo se refugia para trabajar en su formación intelectual. Ambas son ajenas entre sí, pero se afectan de forma mutua e inevitable. Encontramos una situación similar en la iglesia de la Porciúncola, pequeña construcción conservada en el interior de la Basílica de Santa María de los Ángeles de Asís, donde San Francisco comenzó oficialmente su grupo de Fratrum Minorum, la primera Orden de Franciscanos y Clarisas en el siglo XIII. En ambos ejemplos a partir de la combinación de estructura y luz se genera un lugar de silencio y reflexión donde se ubicaba la mente.
Antonello da Messina. San Jerónimo en su estudio. 1475. National Gallery. Londres.
Capilla Porciúncola. Asís, Umbría, Italia. Siglo XIII. Fotografía de autor desconocido.
Este espacio vital albergaba profundos intereses para Louis I. Kahn, para quien este espacio surgió cuando «las paredes se abrieron y aparecieron las columnas, permitiendo el paso de la luz y creando un sistema de paredes a la vez» . Esta combinación de estructura y luz proporcionaba lo que el arquitecto denominó la habitación, the room, lugar de silencio y reflexión donde la mente podía trabajar libre: «Estamos en una habitación –escribió el arquitecto– con unas dimensiones, una estructura, una luz que responde a su carácter, un aura espiritual. Y la estructura es, a mi parecer, la encargada de proporcionar la luz» . La representación de la habitación de Kahn perfila un espacio para la reflexión y la introspección, un lugar más allá de lo físico donde lo intelectivo se agita y desarrolla. El ámbito de transición visual y emocional que favorece la disipación del muro por medio del filtro puede ser entendido como ese espacio laminar intermedio entre las dos arquitecturas de Messina, que permite al interior que esconde adquirir cualidades que van más allá de lo físico .
Louis I. Kahn. The Room. 1971.
Conclusiones: La luz del mundo. Aire, luz, mirada y memoria
El hombre necesita de la definición y la afirmación constante de su paisaje interior que, mediante la memoria y la emoción, traduce lo objetivo en subjetivo y que da pie a las lecturas e interpretaciones que cada sujeto-observador fabrica en su pensamiento. El paisaje construido por los filtros nos propone un modelo arquitectónico real que constituye para el hombre un escenario de reflexión y evocación sobre el desconocimiento de su propia oscuridad. Esta arquitectura íntima es la «guarida donde se custodian los valores del habitante, donde éste deja huellas sobre cada objeto, que le reflejan sus rastros, como si cada objeto fuera un espejo que representa al habitante. Más aún, que le devuelve, como representación, aquello que no posee» . El arquitecto elabora un escenario que permite el desarrollo de la vida de hombres y mujeres y hace posible su coexistencia con sus semejantes en una realidad común. Los filtros arquitectónicos como mecanismos de control de luz y mirada permiten la edificación de espacios para la reflexión y el pensamiento por medio de estrategias de construcción que no sólo enlazan con la historia y la memoria colectiva, sino que además siguen plenamente vigentes en el discurso contemporáneo. La construcción de estos filtros manipula el modo en que la arquitectura es percibida por medio del aire, la luz y la mirada, lo que implica un modo de ordenar parte de la fenomenología invisible en la experiencia del espacio. En la oscuridad del mundo, la estructura poética del filtro permite que el hombre acceda «a la contemplación en un plano en el que se entremezclan lo sensible y lo espiritual y en el que el suceso natural se convierte inmediatamente en símbolo de su reflejo en el orden del espíritu» , funcionando como representación de las huellas del hombre y como consolidación de su memoria.
Secadero de tabaco abandonado. Talavera de la Reina, Toledo, España. Mediados siglo XX. Fotografía del autor.
Miguel Guitart julio 2018
Miguel Guitart
Doctor Arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid ETSAM Universidad Politécnica de Madrid UPM (2014), y Master en Arquitectura por la Universidad de Harvard como becario J. W. Fulbright (2003). Imparte clase como Clinical Associate Professor en la School of Architecture and Planning de la State University of New York at Buffalo, tras haber ejercido la docencia en el Boston Architectural Center BAC, la Universidad Pontificia de Salamanca Campus Madrid UPSAM, y la Universidad de Zaragoza EINA, entre otros. Como arquitecto en ejercicio y cofundador de Gimeno Guitart (www.gimeno-guitart.com), Guitart ha recibido numerosos premios, entre otros, por parte de la American Association of Collegiate Schools of Architecture – ACSA, el New York State Council for the Arts – NYSCA, o los AZ Awards en Canadá. Sus investigaciones giran en torno a la construcción fenomenológica del espacio y la percepción de los límites materiales mediante la intervención de la luz y la mirada. Miguel Guitart ha publicado multitud de artículos de teoría arquitectónica a nivel internacional en Journal of Architectural Education JAE, Arquia Próxima, Cátedra Cerámica, TC Cuadernos, ZARCH, Future Arquitecturas, Rita, Constelaciones, Revista Arquitectura, y Arquitectura COAM, entre otras. Así mismo, es autor de La piel profunda (Asimétricas, 2015) y de su traducción The Depth of the Skin (Asimétricas, 2015), y editor de la serie de libros Práctica Arquitectónica / Architectural Practice (Nobuko – Diseño Editorial), que constituyen una plataforma para las estrategias de proyecto en la práctica de la arquitectura.
www.miguel-guitart.com
www.gimeno-guitart.com